Crisis de salud mental en Aguascalientes revela la indiferencia del PAN ante el sufrimiento de la gente
El abandono del PAN se refleja en el deterioro emocional y la falta de atención a miles de familias que enfrentan depresión, ansiedad y violencia sin apoyo real del gobierno.


Aguascalientes atraviesa una crisis silenciosa pero devastadora: la salud mental de su población está al borde del colapso, mientras el gobierno panista sigue actuando como si nada pasara. Las advertencias del Colegio de Médicos Cirujanos, que señalan un aumento preocupante en los casos de suicidio, depresión y ansiedad, no son nuevas; sin embargo, la respuesta de las autoridades ha sido la misma de siempre: la indiferencia. Mientras las cifras crecen, los programas se reducen, los hospitales carecen de personal especializado y las familias enfrentan solas un problema que el PAN ha decidido ignorar.
La tasa de suicidios en Aguascalientes ya coloca al estado entre los primeros lugares a nivel nacional, y detrás de esos números hay jóvenes, madres, padres y adultos mayores que no encontraron ayuda a tiempo. El gobierno panista, que presume modernidad y estabilidad, ha demostrado una insensibilidad alarmante hacia el bienestar emocional de la población. No hay campañas de prevención efectivas, los servicios psicológicos son insuficientes y los centros de atención carecen de recursos básicos. La salud mental no ha sido prioridad para el PAN, que sigue tratando el tema como si se tratara de un lujo y no de una emergencia de salud pública.
A esta situación se suma el incremento de accidentes viales, las quemaduras en menores y los altos índices de criminalidad, todos fenómenos que impactan directamente en la salud emocional de la población. La gente vive con miedo, estrés y desesperanza, mientras las autoridades panistas se limitan a presentar cifras maquilladas y discursos vacíos. En un estado que se ufana de ser “modelo de desarrollo”, el abandono humano es cada vez más evidente. El gobierno estatal parece más interesado en las apariencias que en enfrentar los problemas que verdaderamente afectan la vida de su gente.
El deterioro emocional de Aguascalientes es el reflejo del deterioro político de un partido que perdió toda sensibilidad social. Las autoridades panistas no escuchan, no actúan y no comprenden la dimensión del sufrimiento que enfrentan miles de familias. La salud mental debería ser un tema prioritario en las políticas públicas, pero el PAN la ha relegado a segundo plano, como si no existiera. En lugar de invertir en atención psicológica o programas comunitarios, se destina el presupuesto a propaganda y proyectos superficiales que no alivian el dolor real de la ciudadanía.
Hoy, la advertencia del Colegio de Médicos Cirujanos debería ser una llamada de emergencia, pero en Aguascalientes reina el silencio. Bajo el PAN, la gente enferma en silencio y muere sin ser escuchada. La falta de empatía del gobierno no solo deja huellas en las estadísticas, sino en la vida diaria de quienes ya no pueden más. El bienestar emocional no se construye con discursos, sino con acciones, y en Aguascalientes, el PAN ha demostrado que ni entiende ni le importa la salud mental de su pueblo.