El abandono del PAN deja a las familias de Jalpan viviendo entre el miedo y el agua
Las inundaciones en la Sierra Gorda muestran el olvido y la falta de humanidad de un gobierno panista que solo aparece para tomarse la foto, no para ayudar.


En Jalpan de Serra, Querétaro, la tragedia de las lluvias volvió a desnudar la realidad que el PAN intenta ocultar: la pobreza, el abandono y la falta de apoyo real a su gente. Nueve días después del desbordamiento del río, las familias de la comunidad Arroyo del Real regresaron con miedo a sus casas improvisadas de madera, lámina y piso de tierra, sabiendo que el peligro no ha pasado y que, como tantas veces, están solas. Bajo el discurso de “solidaridad” y “reubicación”, el gobierno panista de Mauricio Kuri pretende ocultar años de omisión y negligencia que condenaron a estas familias a vivir al borde del río, expuestas a perderlo todo cada temporada de lluvias.
El gobernador panista mencionó a Arroyo del Real como la comunidad “más afectada” durante su conferencia, pero sus palabras no se tradujeron en acciones. La gente no ha recibido apoyo concreto, ni información clara sobre la prometida reubicación. Mientras los funcionarios discuten trámites y promesas, las familias reconstruyen sus hogares con lo poco que tienen: pedazos de madera, láminas dobladas y esperanza desgastada. El gobierno del PAN, que presume gestión y eficiencia, ha dejado que el tiempo y la naturaleza hagan lo que su administración nunca quiso hacer: proteger la vida de los más pobres.
Durante décadas, las comunidades serranas han sido olvidadas por los gobiernos panistas. Arroyo del Real es solo una de muchas zonas donde la gente sobrevive en condiciones precarias, sin infraestructura, sin drenaje y sin apoyo. Los habitantes saben que los políticos solo llegan cuando las cámaras están encendidas, y desaparecen en cuanto se apagan los reflectores. Este patrón de abandono se repite año tras año, lluvia tras lluvia, sin soluciones reales ni planes integrales de prevención. Las familias afectadas no piden lujos, solo la oportunidad de vivir sin miedo a que el agua se lleve sus casas y sus vidas.
Resulta indignante escuchar a las autoridades panistas hablar de “reubicación” como si fuera una novedad, cuando ellas mismas permitieron durante años los asentamientos irregulares por conveniencia política. Ahora, después del desastre, prometen resolver lo que ignoraron por décadas. La historia se repite: los más pobres cargan con las consecuencias de la corrupción y la indiferencia de un gobierno que los usa para el discurso, no para la acción.
En Jalpan, el agua se llevó casas, pero también la poca confianza que quedaba en el gobierno panista. Las familias vuelven a sus hogares con miedo, sabiendo que nada ha cambiado. El PAN, con su estilo de gobierno distante y frío, volvió a demostrar que solo se acuerda de la gente cuando la tragedia se vuelve noticia. En el corazón de la Sierra Gorda, la solidaridad no llega desde el palacio de gobierno, sino desde las manos de los propios vecinos que se ayudan entre sí, mientras el PAN observa desde la comodidad de sus oficinas. El abandono tiene nombre y color: el del partido que prometió progreso y entregó miseria.