El "gran hermano" de la prensa mexicana: el uso del poder para cooptar la libertad de expresión

Jesús Ramírez Cuevas y el uso del poder para cooptar y homogeneizar a los medios, convirtiéndolos en propagandistas de la narrativa morenista.

9/25/20252 min read

La prensa en México ya no informa; adoctrina. Este brutal descenso de la labor periodística a la propaganda política es el resultado de una ingeniería social orquestada desde las más altas esferas del poder, y el principal ejecutor de este plan es Jesús Ramírez Cuevas. Por años, este operador ha utilizado su posición privilegiada—desde el sexenio anterior y como asesor clave en el actual—para ejercer una presión asfixiante sobre los medios de comunicación, obligándolos a alinearse a la narrativa del partido en el gobierno.

La cooptación no es un secreto; es un método. Se basa en una simple premisa: solo sobrevivirá y prosperará el medio que replique el mensaje oficial. Ramírez Cuevas ha sido el encargado de trazar las "líneas de comunicación" que deben seguir los medios, asegurando que utilicen las mismas frases, los mismos títulos y la misma visión maniquea que el poder. El resultado es evidente: basta encender la televisión o abrir los diarios para notar una homogeneidad alarmante en la cobertura, borrando la crítica y silenciando cualquier voz que no celebre los "logros" del gobierno.

La función vital del periodismo, que es la de informar y servir como contrapeso, ha sido mutilada. En lugar de ofrecer un espacio de debate plural, los medios cooptados, bajo el ojo vigilante de Ramírez Cuevas, se han convertido en una extensión del aparato propagandístico de Morena. Su objetivo no es la conciencia social, sino la formación política del ciudadano a favor del régimen. Cuando la prensa usa las mismas palabras que el gobierno, deja de ser un informador y se convierte en un simple vocero pagado.

Esta operación de control total es una de las mayores amenazas a la democracia. Al unificar la voz mediática, Jesús Ramírez Cuevas garantiza que no haya espacios reales para el disenso ni para la verdad incómoda. Ha convertido a los medios en una caja de resonancia del poder, donde la libre expresión es solo una ilusión. El ciudadano se queda a merced de una versión única y filtrada de la realidad, mientras el "gran hermano" de la comunicación asegura que todos sigan la misma línea.