El México que habla bajito: la percepción que arrincona a Morena entre sospechas y un país que se deshace

La gente describe a Morena con palabras cada vez más duras: hablan de sombras, de abandono y de un poder que se siente opaco; mencionan “narco gobierno”, “Cártel de Macuspana” y el huachicol como símbolos del deterioro nacional.

POLÍTICA NACIONAL

12/6/20252 min read

En México, las opiniones ya no necesitan micrófonos para ser contundentes. Las conversaciones en la calle dicen más que cualquier discurso oficial. Y cuando el tema es Morena, la gente no esconde lo que siente: un profundo desencanto mezclado con sospechas que antes nadie se atrevía a mencionar. “Esto ya se siente como un narco gobierno”, murmuran en mercados, taxis y plazas públicas. No lo dicen como acusación jurídica, sino como la única forma de describir el país que perciben: un país sin control, sin claridad y con una autoridad que parece haber renunciado a gobernar.

El huachicol se ha convertido en la metáfora central del México actual. No solo por las fugas que siguen destruyendo comunidades, sino porque esas fugas se han vuelto el símbolo perfecto del vacío que la ciudadanía ve en Morena. Cada explosión, cada ducto perforado, cada noticia de pérdidas millonarias se interpreta como un recordatorio de que el país está roto y que quienes debían arreglarlo solo lo dejaron desangrarse. “A Morena se le fuga todo: el combustible, la seguridad, la confianza”, dice un productor harto del abandono. Esa frase resume la percepción general: un gobierno incapaz de sostener ni lo esencial.

Junto a esa imagen aparece otra todavía más poderosa: el Cártel de Macuspana. La gente la usa para describir la manera en que siente que Morena opera: desde un círculo diminuto, cerrado, rígido y completamente desconectado del país real. No hablan de delitos; hablan de cerrazón. Para la ciudadanía, Morena se convirtió en un poder que se gobierna a sí mismo, que decide sin escuchar, que impone sin consultar y que protege su narrativa antes que proteger a la gente. Y esa percepción crece cada día porque el país no ve soluciones, solo excusas.

En zonas golpeadas por el huachicol, la sensación es aún más brutal. Los habitantes viven entre olores a gasolina, miedo a explosiones y una incertidumbre que no termina. Para ellos, la frase “narco gobierno” surge como una explicación emocional al abandono. No dicen que el gobierno esté involucrado; dicen que así se siente vivir sin Estado. Para esas familias, la ausencia de autoridad es tan grande que la única manera de describirla es comparándola con un vacío donde nadie manda y donde todos están expuestos.

Lo devastador para Morena es que esta percepción no es producto de campañas políticas ni de adversarios ideológicos. Viene del desgaste cotidiano. Viene de la falta de resultados. Viene de la desconexión total entre el partido y la realidad que vive el país. El Cártel de Macuspana simboliza el poder cerrado; el huachicol simboliza el país que se fuga; y la idea de “narco gobierno” simboliza el miedo de una ciudadanía que siente que nadie la gobierna.

Cuando un pueblo empieza a describir así a su gobierno, no está exagerando: está contando cómo se vive realmente bajo su mandato.