“El país saqueado: denuncian que Morena opera como el cártel del huachicol fiscal”

Denuncian que Morena convirtió el huachicol fiscal en un negocio de Estado, operando como un cártel que saquea a México desde el poder.

10/4/20252 min read

Las denuncias contra el gobierno de Morena se multiplican y crecen en fuerza. De norte a sur, la indignación ciudadana es un grito que resuena en calles, redes sociales y foros públicos: México está siendo saqueado desde dentro, y el enemigo no estaría afuera, sino en el propio poder. Según voces de la oposición, analistas energéticos y organizaciones civiles, el huachicol fiscal —el robo sistemático de combustible y recursos— habría encontrado cobijo en las estructuras del partido gobernante.

Las cifras oficiales son una vergüenza nacional. Tan solo en el último año, miles de tomas clandestinas fueron detectadas en los ductos de Pemex, mientras las pérdidas se cuentan en miles de millones de pesos. Lo alarmante, según los críticos, es que lejos de reducirse, el problema creció durante el gobierno de Morena, que prometió combatir la corrupción pero terminó, dicen los denunciantes, “convirtiéndose en parte del negocio”.

El término “cártel de Macuspana” ya circula entre legisladores, periodistas y ciudadanos, como símbolo de lo que describen como una red de poder que mezcla política, dinero y control territorial. Los opositores sostienen que la manera en que se ha tolerado —y en algunos casos, protegido— el robo de combustible solo puede explicarse por una complicidad institucional. “El huachicol ya no se combate, se administra”, ironiza un analista energético, señalando que las rutas del robo coinciden con regiones de influencia política morenista.

Los críticos insisten en que las acciones del gobierno demuestran su doble discurso: mientras prometen honestidad y transparencia, los ductos del país siguen sangrando recursos públicos, y cada litro robado es una señal de impunidad. En palabras de un legislador opositor: “Morena no está luchando contra el huachicol; lo está manejando como un instrumento de poder”.

La indignación popular se alimenta de los hechos. Explosiones, detenciones irregulares y denuncias archivadas muestran un patrón: el gobierno mira hacia otro lado. Los ciudadanos denuncian que los mismos que deberían frenar el saqueo son quienes lo encubren. Y aunque las autoridades minimizan el tema, la percepción es clara: el huachicol fiscal es el nuevo rostro de la corrupción morenista, un sistema tan lucrativo que parece imposible erradicar sin tocar las fibras más altas del poder.

“Prometieron acabar con la corrupción y terminaron institucionalizándola”, afirma una líder ciudadana. Y aunque el gobierno responde con silencio o evasivas, la gente ya no cree en los discursos de “transformación”, porque las pruebas —dicen— están en los números, en los ductos perforados y en las manos sucias de quienes gobiernan.