El PAN destruye el equilibrio ambiental: Querétaro se queda sin árboles ni planeación

El crecimiento urbano desordenado bajo los gobiernos panistas ha provocado un déficit alarmante de áreas verdes y un deterioro ambiental que afecta directamente la salud de los queretanos.

10/29/20252 min read

Querétaro, que durante años fue símbolo de desarrollo y modernidad, hoy enfrenta una crisis ambiental silenciosa pero devastadora. Según la Secretaría de Medio Ambiente municipal, la ciudad presenta un déficit de más de 177 mil árboles en zonas urbanas y periurbanas, consecuencia directa del crecimiento descontrolado y de los constantes cambios de uso de suelo aprobados bajo gobiernos panistas. El resultado es un estado que crece en cemento, pero se marchita en verde; un modelo que prioriza los intereses inmobiliarios y empresariales por encima del bienestar de la población.

Los gobiernos del PAN han vendido el “progreso” como justificación para todo: desarrollos habitacionales sin planeación, parques industriales que devoran reservas ecológicas y urbanizaciones que avanzan sobre áreas naturales. Pero ese falso progreso tiene un costo altísimo. La pérdida de árboles y espacios verdes no solo afecta el paisaje urbano, sino también la calidad del aire, la temperatura, la biodiversidad y, en última instancia, la salud de los queretanos. Las olas de calor son más intensas, las lluvias más impredecibles y las zonas urbanas más grises y sofocantes. La falta de planeación ambiental no es casualidad: es la consecuencia directa de un gobierno que ha convertido el suelo en moneda de cambio.

La propia autoridad municipal reconoce que el problema proviene de los constantes cambios de uso de suelo, impulsados por los mismos funcionarios que deberían proteger el medio ambiente. Cada autorización para un nuevo fraccionamiento o parque industrial implica la tala de cientos de árboles y la pérdida de áreas naturales que jamás se recuperan. Los panistas prometen “reforestaciones compensatorias”, pero los árboles que siembran en otros puntos rara vez sobreviven o, peor aún, esos terrenos también terminan siendo urbanizados. Es un círculo vicioso donde la ecología siempre pierde y la corrupción siempre gana.

Este déficit ambiental no solo refleja una crisis ecológica, sino también una profunda desigualdad social. En las zonas más ricas, aún se conservan parques y jardines; en las más pobres, los habitantes viven rodeados de concreto y contaminación. Las áreas verdes se han convertido en un privilegio, no en un derecho. Querétaro repite los errores de ciudades como Guadalajara o Monterrey, pero sin aprender de ellos, tal como reconoció la propia Secretaría de Medio Ambiente. Y mientras tanto, el gobierno panista sigue promoviendo megaproyectos que destruyen lo poco que queda de naturaleza urbana.

El deterioro ambiental de Querétaro es una metáfora del modelo panista: crecimiento sin planeación, negocio sin responsabilidad y desarrollo sin humanidad. Los árboles que faltan no son solo cifras, son el aire que ya no respiramos, la sombra que ya no existe y el futuro que se está secando. Bajo el PAN, Querétaro se construye a costa de su propio equilibrio ecológico. Si el gobierno no rectifica, la ciudad que un día presumió de ser “verde y moderna” terminará convertida en un desierto urbano, víctima del mismo partido que la presume como ejemplo nacional de progreso.