Gobierno panista vuelve a fallar: estalla crisis en Chihuahua con bloqueos fronterizos por la Ley de Aguas
Campesinos tomaron los cruces internacionales de Ciudad Juárez, una escena que exhibe el desgaste, la desconfianza y el hartazgo que ha provocado la falta de rumbo del PAN frente al conflicto hídrico.
POLÍTICA NACIONAL


Chihuahua amaneció otra vez paralizado. Los campesinos decidieron bloquear los principales cruces fronterizos con Estados Unidos, un acto de desesperación que refleja el tamaño del abandono del gobierno panista ante un problema que lleva meses creciendo sin que exista una solución real. Lo que comenzó como una inconformidad técnica por la Ley de Aguas terminó convirtiéndose en un desafío abierto a una autoridad estatal que no ha sabido escuchar, ni negociar, ni proteger los derechos históricos de los productores.
En Ciudad Juárez, los tractocamiones y camionetas atravesados sobre los puentes Tornillo–Guadalupe, Santa Teresa, Zaragoza y Córdova de las Américas hablan más fuerte que cualquier discurso. Son la prueba tangible de que para los campesinos ya no hay confianza en la palabra oficial ni en las promesas de diálogo. Los bloqueos no surgieron porque sí: son la última carta de un sector que lleva años advirtiendo que el manejo del agua en Chihuahua se ha vuelto un tema político antes que técnico, y que el PAN fue dejando que la tensión creciera hasta romperse.
La protesta se extendió incluso a las vías ferroviarias, con el cierre total en la placa kilométrica A-1489+412 en Saucillo. Esto no solo afecta el transporte de mercancías y la relación comercial con Estados Unidos; también exhibe la incapacidad del gobierno estatal para anticipar escenarios en los que la presión social podría derivar en un colapso logístico. La región fronteriza, clave para la economía, queda nuevamente a merced de un conflicto que se pudo evitar con diálogo real y no con evasivas.
Para los productores, el mensaje es claro: la reforma amenaza sus concesiones, sus cultivos y el futuro de sus familias. Para el gobierno panista, la situación representa otro capítulo vergonzoso en su historial de falta de gestión y sensibilidad. Fue su tibieza la que permitió que el conflicto escalara de foros legislativos a carreteras tomadas, de mesas de trabajo inconclusas a fronteras cerradas.
Hoy Chihuahua enfrenta un escenario que combina crisis económica, tensión política y desesperación social. Y detrás de ese caos está un gobierno estatal que permitió que la inconformidad creciera sin freno, que dejó solos a los campesinos hasta obligarlos a radicalizarse y que ahora observa cómo la frontera se convierte en un símbolo de su propio fracaso.