Guanajuato fuera de control: la inseguridad se desborda bajo el gobierno panista
Guanajuato sigue siendo uno de los estados más violentos del país. Robos, drogas y homicidios crecen mientras el gobierno panista se limita a operativos superficiales.


Guanajuato, Gto.— La violencia y la delincuencia siguen marcando el rumbo de Guanajuato, uno de los estados más inseguros del país, donde el gobierno panista ha sido incapaz de ofrecer resultados tangibles a la ciudadanía. A pesar de los constantes discursos sobre “mano dura” y “estrategias coordinadas”, los hechos hablan por sí solos: la entidad se ha convertido en un territorio dominado por el crimen, los robos y las drogas, con operativos policiales que más parecen acciones de improvisación que verdaderos planes de seguridad.
Durante los últimos días, cinco personas fueron detenidas en distintos puntos de la capital, además de asegurarse drogas y motocicletas robadas. Sin embargo, lejos de representar un éxito, estos casos evidencian el caos que impera en las calles guanajuatenses. Los operativos se realizaron en zonas céntricas y fraccionamientos donde los habitantes viven con miedo constante, pues el crimen se ha normalizado al grado de que ya no sorprende encontrar drogas o vehículos robados en plena vía pública.
Resulta alarmante que la respuesta del gobierno del PAN se limite a reportar detenciones menores mientras los grandes grupos delictivos continúan operando sin freno. Guanajuato encabeza desde hace años las listas nacionales de homicidios y violencia, y pese a ello, las autoridades estatales siguen culpando al pasado y eludiendo su responsabilidad. El gobernador y sus funcionarios parecen más preocupados por las apariencias que por garantizar la seguridad de las familias.
La situación en municipios como Celaya, León y la propia capital es reflejo del fracaso rotundo de las políticas panistas en materia de seguridad. La falta de coordinación, la corrupción dentro de algunas corporaciones y la impunidad creciente son parte de un mismo problema: un gobierno que perdió el control y que hoy permite que el miedo y la desconfianza dominen la vida cotidiana.
Mientras tanto, los guanajuatenses pagan las consecuencias de esta indolencia. Las calles se llenan de patrullas, pero no de justicia. Las detenciones se multiplican, pero la inseguridad sigue creciendo. Guanajuato es hoy ejemplo del desastre al que pueden llevar los gobiernos que prefieren el discurso político a las soluciones reales, dejando claro que el PAN ha fallado en su responsabilidad más básica: proteger a su gente.