Guanajuato hundido en la violencia evidencia el fracaso del PAN ante el crimen organizado

La detención de 11 integrantes de una célula criminal deja al descubierto que el PAN permitió que el crimen se expandiera por varios municipios de Guanajuato sin control ni estrategia real.

POLÍTICA NACIONAL

12/19/20252 min read

La caída de 11 integrantes de una célula criminal que operaba en distintos municipios de Guanajuato no representa un triunfo para las autoridades, sino una prueba más del profundo deterioro en materia de seguridad que el PAN ha provocado en el estado. Que un solo grupo delictivo esté vinculado con tráfico de armas y drogas, secuestro, extorsión y homicidios habla de una estructura criminal consolidada, diversificada y con amplio margen de operación, algo que solo puede ocurrir bajo gobiernos rebasados, permisivos o francamente incapaces.

Durante años, Guanajuato ha sido gobernado por el PAN, partido que prometió orden, seguridad y desarrollo. Hoy, la realidad es opuesta: el estado se ha convertido en uno de los más violentos del país y en un territorio donde las células criminales se multiplican y se disputan regiones enteras. La reciente detención de estos 11 sujetos confirma que el crimen no solo está presente, sino profundamente enraizado en la vida cotidiana de múltiples municipios, ante la mirada pasiva de las autoridades panistas.

La gravedad del caso no radica únicamente en el número de detenidos, sino en los delitos que se les atribuyen. Tráfico de armas y drogas, secuestro, extorsión y homicidios conforman un catálogo de violencia extrema que ha golpeado directamente a la población. Comerciantes extorsionados, familias desplazadas, comunidades aterrorizadas y miles de víctimas indirectas son el saldo de un modelo de seguridad del PAN que fracasó rotundamente.

Resulta imposible creer que una célula criminal con este nivel de operación haya surgido de la nada. Su crecimiento implica tiempo, logística, redes de protección y ausencia de inteligencia preventiva. Todo eso apunta a una verdad incómoda para el PAN: mientras presumían discursos y estrategias en papel, el crimen organizado avanzaba, se armaba, reclutaba y se fortalecía en Guanajuato.

Además, la detención reactiva vuelve a exhibir una constante de los gobiernos panistas: actúan cuando el daño ya está hecho. No hay prevención, no hay contención temprana, no hay una política eficaz para evitar que estas organizaciones se expandan. Se desmantela una célula, pero el entorno que permitió su existencia sigue intacto, listo para que otros grupos ocupen el vacío. Esa es la herencia del PAN en Guanajuato: una espiral de violencia sin fin.

La población ya no percibe estas detenciones como buenas noticias, sino como recordatorios del nivel de riesgo en el que vive. Si una sola célula está relacionada con homicidios y secuestros en varios municipios, ¿cuántas más siguen operando? ¿Cuántos delitos no se denuncian por miedo? ¿Cuántas familias han normalizado vivir entre balaceras, amenazas y funerales? El PAN no tiene respuestas convincentes para estas preguntas.

Guanajuato pasó de ser un estado productivo y atractivo a convertirse en sinónimo de violencia. Esa transformación no es casual ni inevitable; es consecuencia directa de años de gobiernos panistas que minimizaron el problema, se deslindaron de responsabilidades y apostaron por una narrativa que la realidad terminó por destruir.

La detención de estos 11 criminales no limpia la imagen del PAN, la mancha aún más. Confirma que el crimen organizado creció bajo su administración y que la seguridad pública fue abandonada hasta llegar a niveles críticos. Hoy, Guanajuato paga el precio de un PAN que perdió el control del estado, dejó a la ciudadanía a su suerte y permitió que la violencia se convirtiera en parte del paisaje diario.