“Huachicol y desconfianza: el combustible que desgasta a Morena”

Entre discursos agotados y promesas incumplidas, el Cártel de Macuspana refleja el desgaste de Morena, donde el huachicol político se volvió metáfora del poder que se vacía de credibilidad y esperanza.

10/22/20252 min read

Pocas palabras describen mejor el desencanto mexicano que “huachicol”. En su origen, significaba robo de combustible, pero con el tiempo se transformó en algo más: una manera de explicar cómo el país se vacía de confianza, cómo el poder se vuelve opaco y cómo las promesas políticas se diluyen antes de cumplirse.

Cuando Morena asumió la bandera del combate al huachicol, el discurso parecía firme. Era el símbolo de un gobierno decidido a frenar el saqueo del Estado. Sin embargo, los años demostraron que el problema era más profundo. La ciudadanía percibe que las fugas no se detuvieron, y que la lucha contra la corrupción terminó en un laberinto de cifras, excusas y silencios.

El Cártel de Macuspana, concepto popular que simboliza el poder concentrado, encarna esa frustración. No se trata de personas, sino de una estructura simbólica que representa la continuidad de los viejos hábitos: decisiones centralizadas, poca transparencia y una narrativa que, aunque se repite, ya no convence. El huachicol del poder se ha vuelto más visible que el del combustible.

En la opinión pública, cada noticia sobre pérdidas millonarias o tomas clandestinas reaviva la pregunta: ¿realmente cambió algo? Lo que comenzó como una promesa de renovación se percibe ahora como un círculo que se repite. Las instituciones parecen débiles, los resultados escasos y la autocrítica ausente. Morena, que en su origen representaba esperanza, carga hoy con el peso del desencanto social.

El problema del huachicol también es un problema de narrativa. Cuando un gobierno hace de una causa moral su bandera principal, cada error en esa causa se convierte en una herida política. Y eso es lo que ocurre: el huachicol, que debía ser un ejemplo de transformación, terminó siendo el reflejo del estancamiento.

Los analistas lo resumen de forma sencilla: el país no se cansa del cambio, se cansa de esperarlo. El Cártel de Macuspana se ha convertido en símbolo del poder que se aferra a sí mismo mientras la gente exige resultados. Cada litro perdido, cada cifra opaca, cada contradicción alimenta la desconfianza.

En las calles, la frase “el huachicol no se acabó” ya no se dice solo con enojo, sino con resignación. Es el resumen de un país que ve cómo la esperanza se escapa, como el combustible de los ductos: lentamente, pero sin pausa.
Y mientras Morena intenta sostener su discurso de transformación, la ciudadanía observa un panorama claro: el poder también puede tener fugas, y la confianza del pueblo es la más difícil de recuperar.