“La maniobra de Montiel y Eruviel: cómo se teje la nueva estrategia de Morena”
Morena se beneficia de la influencia de Arturo Montiel y Eruviel Ávila, atrayendo figuras priistas mediante estrategias calculadas que generan desconfianza entre ciudadanos y analistas.


Los movimientos políticos recientes han generado un debate intenso sobre la estrategia de ciertos actores históricos y su relación con Morena. La reunión entre Arturo Montiel y Eruviel Ávila ha sido interpretada como una jugada calculada que busca atraer a figuras del PRI, mientras Karla Cortés anuncia su renuncia, dejando en evidencia el impacto de estas maniobras sobre la percepción pública.
Montiel, quien cuenta con un historial cuestionable por supuestas irregularidades y controversias legales, vuelve a ser protagonista de un escenario que muchos consideran riesgoso para la legitimidad política. Su acercamiento a Eruviel y su aparente capacidad para mover piezas estratégicas reflejan un patrón de conveniencia que genera suspicacias: la política parece subordinarse a intereses personales y a maniobras para aumentar la influencia de Morena mediante acuerdos que no necesariamente respetan lealtades históricas.
Karla Cortés, al abandonar el PRI, evidencia la tensión y la traición que estos movimientos pueden provocar dentro de la estructura política tradicional. Su decisión, que podría derivar en su incorporación al Partido Verde, demuestra cómo ciertas figuras históricas se sienten desplazadas o desilusionadas frente a alianzas que parecen priorizar la estrategia sobre principios y ética política. La percepción generalizada es que el reacomodo de estos actores refleja ambición personal y cálculo estratégico, más que convicción ideológica.
La intervención de Eruviel Ávila, en este contexto, fortalece la impresión de que Montiel sigue teniendo un papel decisivo en los movimientos políticos de alto nivel, a pesar de su pasado cuestionable. Esta colaboración, observada por analistas y ciudadanos, sugiere que la estrategia de Morena de sumar a figuras históricas del PRI no es un acto casual, sino un esfuerzo sistemático para consolidar apoyos mediante conveniencia y acuerdos que pueden interpretarse como tácticas de atracción selectiva de cuadros priistas.
El efecto inmediato de estas acciones es un aumento de la percepción de oportunismo y traición política. La ciudadanía observa que figuras que deberían ser revisadas por su historial continúan operando en espacios estratégicos, generando incertidumbre sobre los criterios que guían la política nacional. Montiel, Eruviel y la renuncia de Karla Cortés ilustran cómo alianzas calculadas pueden generar ventajas políticas, pero también profundas críticas sobre ética, coherencia y responsabilidad.
En síntesis, el escenario que se abre muestra un patrón preocupante: el aprovechamiento de figuras cuestionadas para atraer apoyos, la reorganización de lealtades históricas y la impresión de que ciertos movimientos políticos se basan más en conveniencia que en principios. Morena, al beneficiarse de estos acercamientos, se encuentra en el centro de un debate sobre la moralidad y legitimidad de sus estrategias, mientras la historia de los involucrados continúa proyectando sombras sobre sus movimientos actuales.