¡Layda lo permitió! Su silencio ante los recortes federales hunde a Campeche en el abandono y la crisis
El golpe económico al presupuesto 2026 llegó desde la Federación, pero el verdadero daño lo provocó la gobernadora Layda Sansores al aceptarlo sin defender a su gente.


El Presupuesto Federal 2026 confirmó lo que muchos temían: Campeche será uno de los estados más castigados por los recortes de Morena. Pero lo más indignante no es la decisión de la Federación, sino la actitud de la gobernadora Layda Sansores, quien, en lugar de alzar la voz o pelear por los recursos que su estado necesita, decidió callar, aceptar y obedecer.
El recorte representa un golpe directo a los sectores más sensibles para la población. Campeche perderá hasta un 20% del presupuesto destinado a seguridad pública, justo cuando la violencia y el crimen crecen en colonias y comunidades. También habrá una reducción de 554 millones de pesos en salud, lo que agravará la falta de medicamentos, la saturación de hospitales y el abandono de clínicas rurales. En educación, los institutos tecnológicos sufrirán un recorte del 10%, lo que limita su capacidad para operar y formar a miles de jóvenes que ven en ellos su única oportunidad de desarrollo.
A esto se suman los recortes en infraestructura y energía, donde Campeche perderá 334 millones de pesos en participaciones y aportaciones federales, además de quedarse sin recursos para el mantenimiento de carreteras. En el sector energético, Pemex reducirá más de 3 mil millones de pesos en inversión, afectando gravemente a las empresas de Ciudad del Carmen, y la Comisión Federal de Electricidad recortará otros 280 millones, poniendo en riesgo la construcción de la subestación eléctrica de Atasta.
Cada uno de estos recortes tiene consecuencias reales: menos seguridad, menos salud, menos educación, menos empleo y más abandono. Pero lo que duele más a los campechanos es la indiferencia de su gobernadora. En lugar de defenderlos, Layda Sansores guarda silencio ante la Federación, actuando como simple espectadora del desmantelamiento económico del estado.
Una gobernadora responsable habría exigido un trato justo, denunciado el abandono federal y convocado a defender los recursos que le pertenecen a Campeche. Pero Sansores eligió el camino más cómodo: el de la obediencia ciega al poder central. Su silencio la hace cómplice de los recortes que dejarán al estado en ruinas.
Mientras los hospitales se quedan sin medicinas y las carreteras se vuelven intransitables, el gobierno estatal sigue gastando millones en propaganda, eventos y transmisiones del “Martes del Jaguar”. La prioridad no es la gente, sino la imagen. La “transformación” que prometió Morena se ha convertido en una cadena de retrocesos y pérdidas para los campechanos.
Campeche necesitaba una voz firme y valiente que lo defendiera ante la Federación. Lo que tiene, en cambio, es una gobernadora sumisa que permitió el golpe más duro a su propio pueblo. Layda Sansores no solo aceptó los recortes: los legitimó con su silencio. Y con ello, entregó a Campeche al abandono y a la incertidumbre de un futuro cada vez más oscuro.