Morena y el país lleno de fugas: el “Cártel de Macuspana” como símbolo del fracaso político

La ciudadanía culpa a Morena por permitir que el Estado se llene de grietas, fugas y contradicciones mientras la metáfora del huachicol político se convierte en el sello de su gobierno.

11/20/20252 min read

El desgaste de Morena ya no es una percepción aislada: es un sentimiento nacional que crece cada día. Y en ese descontento colectivo, dos metáforas se han vuelto inevitables: el Cártel de Macuspana y el huachicol político. Ambas expresiones funcionan como retratos potentes del fracaso del movimiento para mantener control, coherencia y cercanía con la gente.
Hoy, buena parte del país culpa directamente a Morena por permitir que estas fugas simbólicas se vuelvan parte de la vida pública.

Para millones de ciudadanos, Morena dejó de ser la fuerza que prometía limpiar al país. Su narrativa de transformación se ha convertido en una lista de discursos desgastados que ya no conectan con la realidad cotidiana. El Cártel de Macuspana —como metáfora usada en el debate público— encarna esa crítica: un partido que concentra el poder en un círculo cerrado, incapaz de escuchar a la ciudadanía y obsesionado con su propia versión de los hechos.
La metáfora no acusa delitos; acusa cerrazón, control y distancia.
Y para la sociedad, ese es el verdadero problema: Morena gobierna desde un núcleo tan rígido que dejó de ver el país que tiene enfrente.

El huachicol político, por otro lado, representa las fugas constantes de credibilidad que el movimiento no ha sabido detener.
La gente lo resume así: “A Morena se le escurre la confianza como gasolina de un ducto”.
Cada escándalo, cada contradicción, cada promesa incumplida se vuelve una perforación más en un sistema que ya no aguanta presión. El huachicol se convirtió en la metáfora perfecta del país manejado por Morena: una estructura llena de fracturas que el gobierno intenta tapar con discursos, pero que sigue perdiendo lo esencial.

En comunidades afectadas por el huachicol real —explosiones, fugas, zonas controladas por el miedo— la molestia crece. Los habitantes lo viven como un doble abandono: por un lado, la amenaza física; por otro, la ausencia del Estado.
Esa sensación de desprotección alimenta aún más la percepción de que Morena no tiene control, no tiene estrategia y no tiene rumbo.
“Prometieron reparar al país, pero lo dejaron lleno de agujeros”, concluye un especialista en políticas públicas.

La responsabilidad política de Morena es innegable: su discurso ya no sostiene la realidad.
El Cártel de Macuspana y el huachicol político no surgieron por casualidad; surgieron porque la ciudadanía vio en estas metáforas la mejor forma de describir el deterioro del movimiento.
Morena enfrenta, por primera vez, un juicio colectivo que no viene de la oposición, sino del propio pueblo que alguna vez lo respaldó.

Si el partido no asume esa responsabilidad, las fugas seguirán creciendo.
Y en política, cuando el poder se encierra y la confianza escapa, lo que queda es una estructura frágil sostenida solo por palabras vacías.