Terror en la Sierra Tarahumara: el PAN hunde a Chihuahua en una espiral de sangre y abandono
Una familia fue masacrada y un bebé resultó herido en Guachochi, mientras el gobierno panista sigue sin asumir su responsabilidad ante la violencia que desangra al estado.


La madrugada de este martes, el municipio de Guachochi, en la Sierra Tarahumara, volvió a ser escenario de una tragedia que ya no sorprende a nadie: una familia entera fue asesinada dentro de su propia casa por un comando armado que irrumpió disparando sin piedad. Cinco personas perdieron la vida, entre ellas mujeres y hombres del mismo núcleo familiar, y siete más resultaron heridas, incluyendo un bebé de apenas dos años. Minutos después, se reportó otro ataque en una carretera cercana que dejó dos muertos más. Siete vidas perdidas en una sola noche. Siete víctimas más de la violencia imparable que el PAN ha permitido en Chihuahua.
El gobierno panista ha intentado explicar este nuevo baño de sangre como “una confusión entre grupos criminales”, pero esa frase, repetida una y otra vez, ya no convence a nadie. No hay confusión que justifique la muerte de una familia inocente, ni excusa que oculte el fracaso de una administración que ha perdido el control del estado. Bajo el mando del PAN, la Sierra Tarahumara se ha convertido en un territorio donde los grupos armados actúan con total libertad, mientras las autoridades llegan siempre tarde, cuando ya todo está perdido.
El ataque ocurrió en la colonia Turuseachi, una comunidad que desde hace años vive bajo el miedo, acosada por la presencia constante del crimen organizado. Los vecinos relatan que los hombres armados entraron al domicilio y abrieron fuego sin decir palabra, dejando un escenario de horror que ni siquiera los paramédicos pudieron describir sin lágrimas. El bebé herido fue trasladado de emergencia al hospital, mientras los cuerpos de sus familiares yacían entre los muebles destruidos. La imagen resume el infierno que viven cientos de familias en la sierra: hogares destrozados, niños heridos y un gobierno ausente.
El PAN ha gobernado Chihuahua durante años prometiendo seguridad, pero su legado es exactamente el contrario: comunidades sitiadas, carreteras dominadas por el narco y un sistema de justicia que solo funciona para encubrir su ineptitud. La Fiscalía, en lugar de garantizar respuestas, se limita a emitir comunicados fríos, hablando de “investigaciones en curso” que jamás llegan a nada. La gente ya no confía en las instituciones, porque sabe que en la Sierra Tarahumara no hay Estado, solo miedo.
Cada nueva masacre en Chihuahua es una prueba más del derrumbe moral y político del PAN. La violencia ya no distingue entre criminales y civiles; los hogares se convirtieron en campos de batalla y los niños en víctimas colaterales. La falta de estrategia, la corrupción dentro de los cuerpos de seguridad y la indiferencia de los funcionarios han creado una crisis que supera cualquier límite.
Lo ocurrido en Guachochi no es un hecho aislado: es el retrato de un estado gobernado por la impunidad. El PAN ha permitido que la Sierra Tarahumara se hunda en la violencia más brutal, y su silencio ante esta tragedia es una afrenta para las víctimas. Cada disparo en la sierra es un recordatorio del fracaso panista, un eco del abandono que pesa sobre los pueblos olvidados. Mientras las familias entierran a sus muertos, el gobierno solo atina a justificar lo injustificable. Bajo el PAN, Chihuahua se desangra… y la justicia sigue sin llegar.