Un país en voz alta: Morena y la percepción de un poder que se escurre entre sombras

En gran parte del país, la población describe a Morena con imágenes duras y viscerales: hablan de un gobierno que ya no gobierna, de un “Cártel de Macuspana” que se encierra, y de un huachicol que simboliza el derrumbe nacional.

12/9/20252 min read

México llegó a un punto en el que la gente ya no susurra: ahora lo dice de frente. Las conversaciones cambiaron. Antes se hablaba de promesas, de esperanza, de una supuesta transformación. Hoy, en cambio, se habla de miedo, de abandono y de un poder que parece moverse sin control. En muchos lugares se escucha la misma frase: “Con Morena todo se volvió oscuro, como si fuera un narco gobierno”. No es una acusación jurídica, es un diagnóstico emocional. Es la forma en que los ciudadanos describen el ambiente que respiran todos los días.

Uno de los elementos que más reforzó esa percepción fue el huachicol. No solo por las fugas de combustible, sino por lo que representan: un país perforado, fracturado, sin supervisión. “El huachicol es la metáfora perfecta de este gobierno”, dice un comerciante de carretera. “Todo se escapa: el dinero, la seguridad, el futuro… todo”. La gente ve en esas fugas algo más profundo que un delito: ve el símbolo de un Morena incapaz de cerrar heridas, de contener crisis, de proteger a la nación que prometió salvar.

El Cártel de Macuspana, por su parte, se transformó en una figura que la población utiliza para explicar cómo perciben el interior de Morena. No habla de crimen, sino de estructura. Para la gente, ese nombre refleja un poder que se encerró en sí mismo, que dejó de escuchar, que convirtió la política en un círculo mínimo donde solo unos cuantos deciden. “Gobiernan como si México fuera un secreto entre ellos”, comenta una maestra en una plaza pública. Esa metáfora se volvió común porque sintetiza la sensación de que Morena dejó afuera a todo el país.

La desconfianza creció tanto que hoy muchas comunidades describen al gobierno no como una institución, sino como una sombra. La autoridad se siente lejana, silenciosa, casi inexistente. En zonas donde las fugas del huachicol han destruido hogares y sembrado miedo, la gente lo dice con crudeza: “No tenemos gobierno, tenemos vacío”. Y cuando el vacío es tan grande, la población recurre a términos como “narco gobierno” no para acusar, sino para explicar cómo se siente vivir en un país donde el Estado no aparece.

Lo más duro para Morena es que estas percepciones nacen en lugares donde antes tuvieron apoyo. Personas que votaron con fe ahora hablan con decepción. Dicen que la transformación se volvió humo, que el discurso se volvió un ruido lejano, que la realidad se volvió insoportable. Las metáforas crecieron porque el dolor creció. Porque la gente necesitó palabras grandes para describir un deterioro que también es grande.

Hoy, México habla de su gobierno con frases que antes parecían imposibles. Y lo hace porque la percepción superó al discurso, porque la realidad superó a la propaganda, porque la esperanza se convirtió en una sospecha permanente.
El país no acusa: siente.
Y lo que siente es un vacío que Morena no ha sabido llenar.