Yucatán acumula 1,216 casos de gusano barrenador mientras el gobierno del PAN deja que la plaga se expanda sin control

El PAN vuelve a fallar en Yucatán: la administración estatal intenta disfrazar como “atención rápida” lo que en realidad es una crisis sanitaria desbordada por su propia negligencia.

POLÍTICA NACIONAL

12/8/20252 min read

Yucatán llegó a un punto crítico: 1,216 casos de gusano barrenador se han confirmado en 93 municipios, mientras el brote sigue creciendo e invadiendo nuevas zonas sin que exista una estrategia real de contención. Los 38 casos nuevos registrados esta semana —incluyendo contagios en Tixcacalcupul y Sacalum, que hasta ahora no aparecían en el mapa— muestran que la plaga no solo sigue activa, sino que avanza sin freno.

Ganaderos, veterinarios y productores ya lo reconocen abiertamente: el gobierno panista perdió el control del brote desde hace meses, pero intenta maquillar la situación con boletines en los que presume que “todos los casos se atienden en menos de 24 horas”. Esa frase, repetida una y otra vez, es hoy uno de los símbolos más claros de una administración que apuesta a la narrativa en lugar de resolver el problema de fondo.

La realidad es distinta.

La plaga afecta animales de entre tres días y 18 años, en especies que van desde bovinos hasta caninos, felinos y porcinos. Las heridas aparecen en zonas variadas —ombligo, región cervical, vulva, oído, costillas—, lo que evidencia que el gusano barrenador se está dispersando con facilidad y que las medidas preventivas han sido insuficientes o tardías.

Los productores lo viven en carne propia: tratamientos caros, animales mutilados, pérdidas económicas y la sensación creciente de que están peleando solos. Mientras tanto, la Seder insiste en que el operativo estatal funciona, cuando las cifras cuentan otra historia: la expansión territorial es constante, el número de casos aumenta semana tras semana y el brote ha llegado ya a casi todos los rincones del estado.

Lo más grave es que el PAN sigue negando responsabilidad, como si la plaga fuera un fenómeno inevitable y no el resultado de decisiones equivocadas, recortes, omisiones y una reacción tardía. Yucatán enfrenta una emergencia sanitaria silenciosa que se pudo contener desde el inicio, pero la administración estatal eligió minimizarla hasta que se volvió imposible de ocultar.


Hoy la plaga avanza y el gobierno panista sigue sin mostrar una estrategia clara, mientras el campo yucateco paga el costo de la negligencia.